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  • Matsu, Infusiones
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Nuestra historia

Matsu, saber esperar los mejores momentos

Matsu, es una palabra japonesa que puede significar pino y en otros contextos esperar, de modo que lo que inspiro a nuestra empresa llamarse así, fue aprender que las plantas no las aceleramos, sino que ellas llevan su propio ritmo de vida, y nosotros somos sus acompañantes. No podemos, al menos sin intervención de químicos, apresurar a la semilla a que germine, o a la planta destinarle un numero de hojas según nos convenga, al contrario, aprendemos a adaptarnos y conocer los ciclos de la planta.

Y a esto hace alegoría el pino, para que un pino sea alto, debe resistir las inclemencias del tiempo de manera paciente y en Japón es también el símbolo de una fuerza inconmovible. El pino se lo asocia a las personas que han sabido conservar intactos sus pensamientos y deseos, a pesar de las críticas que los rodeaban.

Por otra parte, tratamos se seguir los postulados del maestro del té Okakura Kakuso de su escrito “El libro del té”. Ya que sintoniza con nuestras ideas de concebir la taza de infusión y lo que deseamos trasmitir hacia el exterior. Deseamos como él dice que cuando hacemos nuestro trabajo logremos “realizar una buena acción involuntaria y darse cuenta de ello al azar”. (Kakuso, pág. 5)

En cuanto a la estética de Matsu, Okakura nos sugiere soñar en lo efímero y entregarnos errantes a la bella locura de las cosas, pues como se mencionó antes, nuestro principal valor es saber esperar. Porque la vida es una expresión y nuestras acciones inconscientes revelan nuestro intimo pensamiento. (Kakuso, pág. 6).

Para nosotros es importante la tradición, así cobra valor nuestro trabajo artesanal, lo vuelve una labor consiente, un oficio, que no pretende la desmesura en la producción y la avaricia en enriquecerse, sino que nuestro trabajo personifique nuestro valor como personas y nos ayude a realizarnos.

El maestro nos recuerda que las tres perlas de la vida son: la piedad, la economía y la modestia, en sus valores más altos. Intentamos que nuestra imagen de la impresión de una pobreza refinada. Pero no hay que olvidar, no obstante, que todo ello es el resultado de una premeditación artística profunda, y que en la ejecución del más mínimo detalle se ha puesto mayor atención y esmero que el que se emplea en la construcción de los templos más suntuosos. (Kakuso, pág. 15)

Deseamos que cuando las personas tomen una taza de nuestras infusiones, logren encontrarse ante lo más parecido a una obra de arte, provocando un ritual, una espera, un encuentro, momentos de paz dentro de lo cotidiano pero que solo lo lograremos teniendo las cualidades de un maestro de té: saber barrer, limpiar y lavar. Es decir, cuidar todo nuestro proceso de producción y volver nuestro producto parte de la vida cotidiana por medio del balance de nuestras recetas.

Por último, la contemplación debe ser parte de la vida de nuestros trabajadores pues el maestro nos dice que: El amor de las flores ha debido nacer al mismo tiempo que la poesía del amor.  Al apreciar la sutil utilidad de lo inútil, logramos adentrarnos en el reino del arte.

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